época tiene su propio paradigma, por lo tanto, no se una parcela de la realidad, generándose de esta mane-
pueden comparar. Aquí se aplica el principio de incon- ra lo que se suele llamar, “sordera especializada”.
mensurabilidad propuesto por Kuhn (1972).
Por otra parte, la revolución industrial marcada por la
En suma, una reforma desde un enfoque de la compleji- especialización en la producción en serie de bienes y
dad es de naturaleza paradigmática y no programática, luego de servicios, lograron consonancia con la forma
implica la aptitud para organizar el conocimiento en su de organización del conocimiento disciplinar, algo así
trama y entre tejido, considerando su potencia, movi- como la instalación de una demanda y oferta de conoci-
miento y acto a través de su disciplinariedad, su inter miento. El desarrollo de una nueva cultura científica va
disciplinariedad, su multidisciplinariedad y su proba- a determinar no solo una ruptura epistemológica entre
ble transdisciplinariedad. Hay que considerar que este filosofía y ciencia, sino también una ruptura ontológica
ejercicio entre disciplinas no debe significar trangredir entre cultura científica y cultura humanística. Se había
fronteras de manera arbitraria, ello para evitar andadu- producido una especie de taxonomía separatista del co-
ras indisciplinadas y antidisciplinarias.
nocimiento con diversas acepciones, sea ciencias duras,
ciencias blandas, o ciencias formales, ciencias fácticas;
entre otras.
A modo de discusión para la reflexión
La oferta de conocimiento organizada en la universidad
adoptó también una fragmentación en torno a faculta-
des, y luego aparecieron los llamados departamentos
académicos como espacios congregantes de pares cul-
tivando disciplinas en común.
Con base en el enfoque de referencia que es muy in-
suficiente para intentar una crítica, se anotan algunas
reflexiones que van en el entendido del bucle universi-
dad-sociedad-universidad.
La organización del conocimiento en disciplinas insti-
tuida en la universidad tiene como el principal agente
a la cátedra y a quien la ejerce. Como expresa Morin
Berg (1977) ya explicaba la evidencia empírica sobre
el particular, al reafirmar que la unidad de adscripción
básica de los sistemas académicos está organizada en
torno a la disciplina. Como se ha observado en Suecia,
incluso después de grandes dosis de modernización, el
grupo de miembros más importantes está compuesto
por docentes e investigadores, organizados en sub-
sistemas de acuerdo con la, disciplina (departamento
y similares), y su competencia fundamental así como
su identidad profesional se derivan básicamente de la
disciplina. Ésta también determina sus contactos nacio-
nales e internacionales.
(1992) en las sociedades teocráticas de la antigüedad,
los saberes cosmológico, mágico, mitológico y religioso
estaban concentradas en los mismos espíritus y en la
casta de sacerdotes y magos, tanto así que las ver-
dades consideradas supremas no eran accesibles, se
requería de una iniciación muy prolongada. En dicho
contexto, lo que hoy se llama pueblo, éste se desenvol-
vía inmerso en prácticas transmitidas de generación en
generación, según cada oficio.
Luego, el saber moderno fue asumido por la clericatura
de la iglesia, a continuación, el término clérigo se laicizó
y profesionalizó. A la antigua clericatura le sucedió la
intelligentsia, los intelectuales. En tal sentido, la intelli-
gentsia comprende a las disciplinas llamadas carreras
o profesiones que producen y reproducen el saber. In-
cluso se generó una clasificación, esto es, los saberes a
cargo de enseñantes e investigadores, las ideas a cargo
de filósofos, las formas a cargo de artistas, arquitectos,
diseñadores, los que dependían de las ideas como los
abogados, el saber experto o de la concepción ejercidas
por los ingenieros. Así, las actividades y saberes aso-
ciados a la artesanía, la pesca, la caza; entre otras no
formaban parte de la élite de la intelligentsia.
En efecto, el mismo Berg (1977) agrega que las disci-
plinas determinan en gran parte la división del trabajo
en los establecimientos y confieren contenido a las di-
visiones. Cada una detenta algo que se aproxima a un
monopolio local sobre el conocimiento especializado
respecto de una operación concreta. Y este proceso se
agudiza conforme las disciplinas se profesionalizan y
fortalecen su autonomía al enfatizar la certificación, las
calificaciones y las jurisdicciones con miras a trazar sus
fronteras con claridad.
Cada unidad de disciplinas de un establecimiento tie-
ne una primacía proclamada y evidente en el ejercicio
de una determinada tarea sustantiva en la “trinchera”
académica. Es inherente al estatus de un departamen-
to (en Inglaterra) el hecho de ser una autoridad en su
campo de conocimiento. La autoridad legítima de indi-
viduos y grupos se ejerce en todas las áreas del saber,
cada una de las cuales tiene un papel sustantivo en la
Se puede notar que en los albores de la organización del
conocimiento se siguieron los principios cartesianos que
han implicado la división “natural” de la ciencia en dis-
ciplinas, cada cual, con su objeto de estudio, encerrada
en sí misma, endogámica y reducida al conocimiento de
Revista de la Unidad de Investigación de
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la Facultad de Economía de la UNSA