para explicitar nuestra tesis central: un problema
no existe, sólo existe lo problematizado, lo que
emerge de un proceso de problematización. Este
enunciado permite pensar epistemológicamente la
noción de problema como un concepto de doble
entrada: el problema-producto y el problema-pro-
ceso y, seguidamente, enlazar ambos en un bucle
recursivo (Morin, 1986). Al afirmar que un proble-
ma no existe se argumenta que un problema no es
un dato de la realidad en el sentido en que ningún
problema está dado en la experiencia inmediata
de modo positivo e independiente de los sujetos
que viven, piensan y hablan en el mundo. Por el
contrario, un problema es siempre el resultado de
un proceso de problematización a través del cual
se elaboran experiencias y situaciones como pro-
blemas (Foucault, 1999). Este desplazamiento del
sustantivo problema al verbo problematizar supo-
ne una perspectiva crítica respecto de nuestro len-
guaje y estilo de pensamiento. En efecto, en lugar
de considerar los problemas como cosas o estados
del mundo, la noción de problematización condu-
ce a pensar los problemas como construcciones
emergentes que se elaboran a través del pensa-
miento, el discurso y la acción de los actores so-
ciales. En consecuencia, la problematización alude
al proceso social, cultural, epistémico y político a
través del cual una situación es constituida como
problema.
quecer nuestro concepto de problema pues, como
se mostrará más adelante, un problema depende
del punto de vista del actor, de sus valores, de
sus intereses, de sus proyectos y de sus fines. Si
por problema nos referimos a una cosa dada en
el mundo empírico independientemente de los su-
jetos que actúan, hablan, piensan y desean en el
mundo, esa noción de problema está en bancarro-
ta.
La segunda observación plantea, en realidad, una
conjetura respecto a que en la ciencia contempo-
ránea hay un olvido de los problemas y un predo-
minio de lo que puede llamarse el fetichismo del
método (Marradi, 2002). Esto es, colocar el instru-
mento de conocimiento por delante del problema
de conocimiento. Para expresarlo en una fórmu-
la sintética: los científicos construyen problemas
en función de los métodos que conocen. De este
modo, la tendencia en la ciencia actual es fabricar
problemas investigables con los métodos y técni-
cas disponibles. En definitiva, esto es lo que ase-
gura resultados y publicaciones necesarias para
sobrevivir en el mercado científico. La primacía del
método sobre el problema conduce a la hegemo-
nía de la técnica y del instrumento por sobre el
pensamiento crítico y creativo. El correlato de esta
tendencia es el desarrollo de investigaciones poco
relevantes, la proliferación de discursos científicos
autorreferenciales que sólo tienen sentido para la
comunidad epistémica que habla el mismo lengua-
je, la renuncia a la búsqueda de nuevas preguntas,
la construcción de pseudoproblemas tratables por
las técnicas conocidas.
El razonamiento precedente permite realizar tres
observaciones analíticas. La primera observación
sugiere que pensar en problemas implica situarse
en el mundo desde el punto de vista del actor que
piensa, habla y actúa en el mundo. En efecto, los
actores sociales no experimentan el mundo como
objetos de conocimiento, variables, relaciones de
causa-efecto, etc. Por el contrario, el mundo social
es para los actores sociales “su mundo”, es decir, la
realidad en la que viven, piensan, hablan, hacen,
sufren y desean. Los problemas son, ante todo,
situaciones que plantean obstáculos y desafíos al
proyecto y los fines que persigue un actor cuando
actúa. De hecho, esta es una de las acepciones
del concepto problema: “conjunto de hechos o cir-
cunstancias que dificultan la consecución de algún
Cabe recordar, como señala Alexander Koryé
(1999) que las grandes revoluciones científicas
fueron siempre revoluciones de pensamiento que
se produjeron no tanto por encontrar nuevas res-
puestas a viejas preguntas, sino por formular pre-
guntas completamente nuevas, como reflexiona
Rolando García (2006). Pero cambiar de pregunta
es lo más difícil pues implica cambiar el paradig-
ma o punto de partida de un razonamiento (Morin,
1998). El olvido del problema y el fetichismo del
método son un síntoma de la crisis paradigmática
del pensamiento científico contemporáneo.
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fin” . En consecuencia, puede argumentarse que
actores con fines y proyectos diferentes pueden
atribuir diverso grado de importancia a un pro-
blema o, incluso, una situación que resulta pro-
blemática para un actor A no lo es en absoluto
para un actor B. Esta reflexión es crucial para enri-
La tercera observación busca poner en cuestión
una opinión habitual que plantea que los proble-
mas principales de un país o una sociedad están
suficientemente claros y que, en lugar de acumu-
lar investigaciones, es el momento de la acción. Se
argumenta que ya existen suficientes diagnósticos
y que, más que continuar reflexionando sobre los
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CIENCIAS DE LA COMPLEJIDAD