componentes del medio. Se ocupa de la formación de
organizaciones de base para permitir un mayor prota-
gonismo a la participación comunitaria, prácticas enca-
minadas a la toma horizontal de decisiones, a la des-
centralización y al desarrollo autónomo a escala local.
Afirma la necesidad de cambiar hábitos de deseo, de
producción, de distribución, de valoración y consumo,
lo cual implica un cambio cultural asociado a procesos
pedagógicos comunitarios. En tal sentido, las metodolo-
gías participativas de la educación popular han favore-
cido el intercambio de conocimientos y el diálogo entre
especialistas y pobladores, afianzando de esta forma
relaciones horizontales en las cuales todos participan al
momento de tomar las decisiones.
cooperativa de materiales para la construcción que
tiene programas propios de vivienda y métodos al-
ternativos de edificación, como la captación de agua
pluvial; una cooperativa de medicina tradicional (To-
sepan Pajti), y una cooperativa que ofrece servicios
ecoturísticos (Tosepan Kali). Los miembros de la
Tosepan, variados cultural y profesionalmente (hay
nahuas, totonacas y mestizos; campesinas, amas de
casa, estudiantes, maestros, obreras, carpinteros),
han sorteado la incertidumbre y la desesperanza
característicos de la crisis actual, y han logrado ir
más allá de sus expectativas, pues cuentan además
con un sistema propio de educación en sus lenguas
maternas y con una caja solidaria de crédito y aho-
rro (Tosepan Tomin), cuyos excedentes son gasta-
dos de acuerdo con las decisiones colectivas en las
asambleas (Nudelman, 2019).
5.
Otros casos en América Latina
5
.1. México
Cuetzalan, en la Sierra Norte de Puebla, es un te-
rritorio caracterizado por el tipo de relaciones empá-
ticas, solidarias, cooperativas y recíprocas; además
de la Unión de Cooperativas Tosepan Titataniske
existen la Organización Masehualsiuamej Mosenyol-
chihuanij, la Cooperativa Tonaltzin, y el Comité de
Ordenamiento Territorial Integral de Cuetzalan (CO-
TIC) (Combe, 2020). A partir de la reforma ener-
gética de 2013, megaproyectos de minerías, frac-
king e hidroeléctricas amenazaban el territorio de
Cuetzalan, por lo cual las comunidades comenzaron
a organizarse en asambleas para detener el avance
de dichos proyectos, informando a la gente sobre
las consecuencias de los mismos. En 2016 lograron
clausurar simbólicamente la obra de una subesta-
ción eléctrica de la Comisión Federal de Electricidad
(CFE) en Cuetzalan. Como resultado, las CFE deman-
dó a varios líderes de la resistencia por obstrucción
de obra pública, fueron detenidos y encarcelados, y
las comunidades tomaron la decisión de organizarse
para conseguir la soberanía energética (apropiación
de los flujos energéticos desde lo local, en comuni-
dad, independiente de la red nacional) a través de la
Asamblea de Pueblos Totonacos, Nahuas y Mestizos
de la Sierra Norte de Puebla, y los proyectos de To-
sepan Kaltaixpetaniloyan (centro de formación), un
sistema autónomo de paneles solares, dos sistemas
interconectados, dos sistemas autónomos pilotos
con paneles solares, el hotel de turismo sustentable
Talselotsin, la cooperativa de ahorro Tosepan Tomin,
el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural, el
Plan de aprovechamiento de energía para un consu-
mo responsable y reparaciones a la red eléctrica, y
En el documental “La energía de los pueblos”, de
La Sandía Digital y la Fundación Rosa Luxemburgo
Combe, 2020), se presentan otros tres casos de
(
buenas prácticas en América Latina que valen la
pena ser mencionados en este espacio.
El caso de la Unión de Cooperativas Tosepan Ti-
tataniske (“unidos venceremos”, traducido del ná-
huatl), en Cuetzalan, Puebla, es otro ejemplo de
buenas prácticas en transición energética. A lo largo
de 40 años han logrado conformase como una unión
de cooperativas de producción, consumo y de servi-
cios, organizada en torno a un modelo democrático
participativo que adquiere sentido en cada asamblea
general mensual. Convencidos de que trabajar uni-
dos y organizados es la clave de la buena vida (o
yeknemilis, en lengua náhuatl), tienen claro que es
una situación crítica, de explotación y despojo, lo
que les genera la necesidad de producir, distribuir
y consumir según sus propios términos y necesida-
des colectivas. Para el yeknemilis, los cooperativis-
tas buscan vivir de manera sana, frugal, ética, lo
cual implica una relación respetuosa con el otro; ello
ha significado modificar el ordenamiento territorial
de su municipio para detener el avance de la agro-
química, las hidroeléctricas y las minas (Nudelman,
2019).
Con el fin de lograr su cometido, parten del tra-
bajo productivo voluntario, cooperativo y recíproco,
llamado faenas, y mediante la agricultura ecológi-
ca producen alimentos desde la lógica del comer-
cio justo, a bajos precios entre los asociados, en un
complejo cooperativo en el que existe el trueque.
También cuentan con una cooperativa de produc-
ción agroecológica y de miel de abeja melipona; una
unidades domésticas pilotos (Combe, 2020).
En la comunidad de Xocoyolo, en Cuetzalan, y de
acuerdo con Sofía Pacheco, de la Cooperativa Oner-
Revista de la Unidad de Investigación de la Facultad de Economía de la UNSA
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